6/15/2009

La súplica (Autor: Fernando Maestre)

Suplicar no solo puede ser la manifestación de un estado desesperado de quien ha perdido un vínculo también puede convertirse en un genial arte escénico, destinado a conseguir algo que parece imposible. Tratándose del amor, la súplica suele ser usada como el último de los argumentos del que un enamorado puede echar mano para no ser abandonado.

Son pocos los que prefieren tercamente romper las cosas antes de realizar inteligentes intentos para arreglar una crisis. Cuando es un pedido sensato, cuando el plazo que se pide para arreglar las cosas es razonable y cuando el proyecto de reparación de vínculos es el adecuado, habremos de constatar que la pareja funciona con madurez admirable.

Cuando se trata de personas que para disuadir a la pareja de que no las abandonen ponen en práctica llantos, amenazas de suicidio o venganzas, lo único que conseguirán es que su imagen se deteriore.

La súplica transforma la relación. Deja de ser un diálogo inteligente –se deja de hablar, razonar y pedir una oportunidad– y pasa a ser un manejo lleno de emotividad, donde lo que se está transmitiendo es la idea de que el suplicante es el esclavo del otro.

Esta conducta genera sentimientos de superioridad en el otro, quien puede pretender dominar y empezar a cambiar hacia una posición sádica y deshumanizada.

El que suplica transmite una imagen de inmadurez y de profunda debilidad. Le hace saber que él es inferior y se declara, aun sin palabras, un esclavo. Esto también afecta profundamente el amor propio y hasta el desenvolvimiento sexual.

En caso de que las súplicas logren resultados, la relación nunca será normal y, siempre, quien terminó presionado quedará convencido de que su pareja no está a su altura.

Dado que la súplica es un último recurso histriónico, se recomienda que se tenga en cuenta que la capacidad de poseer autonomía, de estar solo, de aceptar un rechazo o de asumir que no todos lo aman, es lo que determina la personalidad y la suficiencia de cada ser.
A nadie se le puede imponer por la fuerza que continúe un vínculo que el otro ya quiere romper.

No hay comentarios.: